OSASUNA Y LA PAMPLONESA
24/10/2020Antología de la Zarzuela
04/11/2020Luis Mª SAN MARTÍN URABAYEN
lmsanmartin@hotmail.com
La primera participación de La Pamplonesa en las fiestas de San Fermín fue en 1920, los primeros celebrados tras su fundación en septiembre de 1919 y hace ahora justamente cien años. En su primer año, intervino en nueve ocasiones alternándose con las bandas de los Regimientos de Infantería “América” nº 14 y “Constitución” nº 29, que participaron en 27 actos entre las dos. Puede parecer que tuviera una importancia menor por el número, pero no es así, ya que lo hizo en los tres actos más importantes: el trayecto de la Casa Consistorial a la iglesia de San Lorenzo donde se celebran las Vísperas, la procesión del día siete en honor al santo y la procesión de la Octava. Es decir, en los tres momentos en los que una banda de música acompañaba a la Corporación Municipal. Esto revela que el Ayuntamiento confió en ella desde el principio, formada en su mayoría por jóvenes pamploneses que vivieron esos actos con mucha emoción. Así, desplazó a las bandas militares a tocar las dianas, amenizar las funciones taurinas, tocar en los conciertos en la calle Estafeta y la Plaza de la Constitución, en los bailes del mediodía y de la noche, así como durante los fuegos artificiales. Este hecho no gustó demasiado a las bandas castrenses, hasta el punto de que el coronel del Regimiento “América” escribió a la Comisión de Fomento para quejarse. Además de que veían reducidos sus ingresos, hirió el orgullo de los músicos militares, ya que una banda recientemente creada y formada por muchachos se estaba poniendo al mismo nivel o mayor, de las expertas bandas militares. Por lo visto, al Ayuntamiento le honraba ser acompañado por una agrupación musical formada por personal civil.
Desde entonces, la banda ha participado ininterrumpidamente en ellos, con las excepciones de 1937 y 1938 y este año en el que no va a quedar más remedio. En un siglo, las fiestas han evolucionado mucho pero La Pamplonesa sigue siendo un elemento principal en su desarrollo. En su extensa actividad anual, con más de 50 actuaciones entre conciertos y desfiles, los Sanfermines son uno de los momentos más importantes y por los que se ha ganado el mayor respeto de los pamploneses. Forma parte de la “banda sonora” de la fiesta.
A excepción del Riau Riau, los actos en los que participa la banda en la actualidad son los mismos con mínimos cambios, ya sean de recorrido o de traje y muy poco de repertorio. Cada momento tiene su particular sonoridad que los sucesivos directores han ido diseñando. Son veinte actuaciones que abarcan todos los días de las fiestas y que pueden resumirse así:
CHUPINAZO
Tras el almuerzo -también necesario para la banda-, comienza la intensa actividad sanferminera. Mientras miles de personas están en la plaza, La Pamplonesa permanece en el zaguán de la Casa Consistorial. A las doce y un segundo, interpreta la Biribilketa de Gainza junto a un concurrido grupo de txistularis. Es un momento muy emocionante, al ser la primera obra de las fiestas y a la que poca gente tiene acceso. Anteriormente se hacía en el exterior, en la propia plaza. Minutos después, al abrirse las puertas, la banda desfila entre la multitud por las calles cercanas. Un recorrido de una hora en el que se interpretan obras como ¡Animo pues!, Las siete calles y Clarín de fiestas entre cientos de personas que bailan al son de La Pamplonesa. Un momento muy emocionante y muy esperado para el público y los músicos, pero que no es sino el prólogo de todo lo que viene después. El pasado 2019, la banda tuvo la enorme suerte y orgullo de lanzar el chupinazo por votación popular. Su subdirector, Jesús Garisoain, representó a todos los músicos desde el balcón consistorial. Una de esas imágenes y sensaciones que quedan para siempre.
MARCHA A VISPERAS (RIAURIAU)
La “Marcha a Vísperas”, conocida como Riau-Riau, es uno de los actos más importantes de los Sanfermines. Como ya se ha comentado, hay constancia de la presencia de La Pamplonesa desde 1920, acompañando a la Corporación. Aunque ésta es la razón de ser de este acto, desde 2006 la banda la realiza en solitario, pero no por ello deja de ser un momento especial y multitudinario. A finales de los setenta y comienzos de los 80 se batieron todos los récords de duración (hasta cinco horas) y de número de veces que la banda interpretaba el vals. Es conocida la anécdota en la que una vez el Maestro Turrillas, quien lo tocó 50 años, se cambió unos garbanzos de un bolsillo a otro para contar cuántas veces se interpretaba. Decían sus compañeros que llegó a contar hasta más de cien veces, con el consiguiente cambio de peso de un bolsillo a otro. Y lo que poca gente sabe, es que si se llegaba hasta el final, después de las Vísperas había que volver desfilando de nuevo. Hoy La Pamplonesa sigue tocando el vals decenas de veces. A pesar del gentío, las apreturas y el calor, sus músicos se dejan querer y lo realizan con muy buen humor, como corresponde a un acto festivo.
PROCESIÓN
El 7 de julio, día de San Fermín, la procesión recorre las calles del Casco Antiguo pamplonés. El acto tiene tres momentos diferentes, cada uno con la música apropiada. En el primero, la Corporación Municipal en cuerpo de ciudad se dirige a la Catedral en busca del cabildo. Una vez hecho, vuelve tras sus pasos hacia la calle Mercaderes, Plaza Consistorial y calle Mayor, hasta la iglesia de San Lorenzo donde está la imagen del Santo Patrón. En todo ese trayecto, el ambiente es festivo y se tocan marchas de desfile como Gora Iruña o Evocación. Una vez con el Santo, la procesión cambia de aspecto sonoro y se desfila a paso lento con marchas de procesión como Jerusalén. La piedra de las calles retumba por la sonoridad de la banda y se viven los momentos más intensos para los músicos de todos los Sanfermines, al atravesar el río de público entre aplausos. Después, la misa y tras ella, la banda sale de su refugio en el Convento de las Recoletas e inicia el desfile de vuelta, en el que se recupera el ambiente festivo con marchas como Deva, Mocholí o El Asombro de Damasco. Más de cinco horas en total, que dejan a todos exhaustos pero muy satisfechos y orgullosos.
DIANAS
Las Dianas de San Fermín se celebran del 7 al 14 de julio a las 6h. 45m. de la mañana, momento en el que confluyen los trasnochadores con los que han madrugado para ver el encierro. Y es que de eso se trata, de mantener viva la fiesta. Es un acto muy animado y multitudinario, ya que además de los que acompañan a la banda hay otros que se asoman a puertas y ventanas para no perderse detalle. Lleno de personajes variopintos, cada mañana el recorrido es distinto para abarcar entre los ocho días el mayor espacio posible de la ciudad. Terminan treinta minutos antes de comenzar el encierro y el repertorio son las 4 dianas que tienen origen militar, pero que se hicieron populares a partir de los arreglos para banda de Silvanio Cervantes, primer director de La Pamplonesa. Por último, se interpreta la jota La Pilindros, también de Cervantes, como despedida hasta el día siguiente. Las Dianas del día 14 son especialmente populares y divertidas, terminando en la Plaza de Los Burgos. En todo momento los músicos las vivimos con gran intensidad y es muy difícil contar el ambiente en el que transcurren. Hay que vivirlas.
DESFILE DE MULILLAS
Del 7 al 14 de julio, a las cinco y media de la tarde, la banda acompaña desde la Plaza Consistorial a la Plaza de Toros a los tiros de mulillas y a los alguacilillos montados a caballo. Cada día se interpreta un pasodoble distinto, pero es costumbre que los días 7 y 14 el pasodoble que abre y cierra los desfiles sea Pamplona, Feria del Toro del maestro Turrillas. Y otro día no falta Viva el Maera, del maestro Cervantes. A este acto se suma cada vez más público, ya que Pamplona es quizá el único lugar en el que aún pueda observarse este desfile tan singular. Y es que cada momento sanferminero tiene su público relacionado. Desde 1986, la sociedad gastronómica pamplonesa Napardi concede su “Gallico de Oro” a “personas nacidas o vinculadas a Navarra, que por su trabajo y dedicación destacan de manera sobresaliente en el campo de las artes, las ciencias, el deporte, la cultura o las humanidades, con exclusión de méritos y valores políticos y religiosos”. Desde su primera entrega, el galardonado puede dirigir ese día a la La Pamplonesa en los primeros compases de este acto. Por tanto, son muchos los que con mejor o peor estilo han ejercido de “directores” de la banda por unos momentos. Hasta ahora han sido 34 los premiados; los últimos, la propia banda el año pasado con motivo de su centenario. Y con total merecimiento.
FERIA DEL TORO
Una vez en la Plaza, la banda interviene en el paseíllo de toreros y cuadrillas, con el mismo pasodoble con el que ha llegado. Después, acompaña los momentos más importantes del festejo: las banderillas puestas por el propio matador, las mejores faenas y el momento del arrastre. Aunque sea difícil hacerse oír, la banda interpreta repertorio habitual como Agüero, Nerva, El tío Caniyitas, El gato montés, Marcial eres el más grande..., pero siempre hay lugar para nuevos pasodobles. El ambiente entre los músicos es bueno y la buena conversación ayuda a sobrellevar las apreturas de espacio por tener los instrumentos encima. Para terminar, otro guiño a Silvanio Cervantes, esta vez en forma de jota: La Dominguera. Hasta la década de 1970 la banda se alternaba con otras bandas militares; desde entonces, está presente todos los días del 7 al 14 de julio.
LA OCTAVA
El 14 de julio, ocho días después del día de S. Fermín, la Corporación Municipal repite visita al Santo y de nuevo la banda le acompaña. En este caso, al no haber procesión lenta, se interpretan marchas de desfile. Al volver a la Plaza Consistorial, se ha hecho tradición tocar junto a los gaiteros la jota Zenon Iribarren, que además es bailada por la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. De igual forma se hace con la jota La Dominguera, bailada en su sección lenta central por parejas formadas por un kiliki y una dantzari y en la parte final por los gigantes también. Sin duda, uno de los momentos más vistosos y emocionantes de todas las fiestas. En cada acto en el que interviene la banda, no todo es trabajo sino que hay momentos para la camaradería y el compañerismo. Son muchas las emociones que a cada músico le tocan vivir en las fiestas. Por mi parte, guardo en mi memoria aquellos años 80' en los que a mi hermano y a mí nuestra madre nos dejaba en una silla los trajes para cada actuación, limpios y perfectamente planchados. Era un orgullo para ella, que nos despedía desde la ventana esperando que todo fuera bien, nuestro particular capotico protector que permitía que fuéramos al centro de la fiesta para después contarle todo de primera mano y se emocionara con nosotros. Estoy seguro de que cada músico tiene una historia parecida y ahora nuestras familias lo viven de la misma forma. Es el mismo orgullo que para todos nosotros supone formar parte de ella y ser testigos de unas fiestas sin igual, con el firme propósito de hacer feliz a mucha gente. Puede parecer agotador y lo es. Y hay que dejar momentos particulares y familiares de la fiesta, porque la responsabilidad es muy grande. Los más cercanos lo saben, pero la sensación de estar viviendo momentos únicos puede con cualquier desánimo y fatiga. Desfilar entre las lágrimas y los aplausos de emoción de los pamploneses y visitantes, es el mayor de los regalos que uno puede tener.
¡ Viva San Fermín, Viva La Pamplonesa !