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14/03/2022
«MÚSICA… ¡ACCIÓN!»
15/04/2022
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DOMINGO 10 DE ABRIL DE 2022. 12h.

EN EL 125 ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO

El compositor guipuzcoano Pablo Sorozabal (1897-1988) se ha ganado por méritos propios los reconocimientos a su persona y su obra. Siglo y 1/4 después de su nacimiento, se sigue valorando su estilo ecléctico, con influencias de Debussy, Puccini o incluso el musical de Hollywood, pero todo integrado para configurar un estilo propio. Su música refleja muy bien el españolismo del momento y sitúa a cada obra en el contexto más apropiado. Con su muerte en 1988 se cerró el último capítulo en la historia de la Zarzuela, con tres títulos femeninos que sobresalen frente a otros: Katiuska, La del Manojo de Rosas y La Tabernera del Puerto.

 
 
 
 
 

NOTAS AL PROGRAMA

He vivido de las mujeres, como los chulos. Una princesa, Katiuska, La del Manojo de Rosas y La Tabernera del Puerto. Estas tres hembras me han mantenido y me siguen manteniendo a trancas y barrancas”(Pablo Sorozábal, 22-XI-1985)

Pablo Sorozábal Mariezkurrena nació en San Sebastián el 18 de septiembre de 1897 en el seno de una familia humilde (su madre era aldeana y su padre un cantero que trabajaba de sol a sol). Gracias a las clases gratuitas que proporcionaba la Sociedad de Amigos del País estudió solfeo, violín y piano, además de integrarse en las voces blancas del Orfeón Donostiarra. Niño prodigio con el violín y el piano, con su primer violín (por el que pagó veinticinco pesetas) se ganó la vida tocando en bares, cines, teatros, barracas de feria y cafés: “Recuerdo aquella época. Fue interesante porque siempre lo es el pasar de muchacho a hombre, aunque no se tenga una peseta en el bolsillo. Además de estudiar, tuve que ganarme la vida tocando el violín en cines y cervecerías en los difíciles años de la gran crisis económica. Toda mi vida ha sido un poco dura, pero eso no siempre es malo”. En 1914 entró a formar parte como violinista de la orquesta del Gran Casino de San Sebastián y gracias a los directores Alfredo Larrocha y Enrique Fernández Arbós en 1919 se trasladó a Madrid para ingresar en la Orquesta Filarmónica, con la que estrenó sus primeras obras. Con ayuda de una beca del Ayuntamiento de San Sebastián amplió sus estudios de contrapunto y violín en Leipzig y de composición en Berlín, donde prefirió las clases de Koch a las de Schöenberg, cuyas teorías no compartía. Allí compuso alguna de sus obras más importantes como Variaciones Sinfónicas y dio sus primeros pasos en lo que sería el eje central de su vida musical: la dirección de Orquesta.

En 1928 vuelve a España y dirige algunas de sus obras al frente de la Orquesta Sinfónica de Madrid, para posteriormente dirigir la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Su primera zarzuela, Katiuska, (opereta en dos actos con texto de Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso) fue su primer gran éxito. El estreno en Barcelona en 1931 y después en Madrid en mayo de 1932 le abrieron las puertas del triunfo como compositor de música escénica (y en lo personal, al casarse con Enriqueta Serrano, intérprete del personaje principal de Olga). A Katiuska le siguió en el mismo año de 1931 La guitarra de Fígaro y otras muchas de gran éxito en los años siguientes como La isla de las perlas (1933), Adiós a la bohemia (1933, sobre texto de Pío Baroja), La del manojo de rosas (1934), No me olvides (1935) y La tabernera del puerto (1936). Ese mismo año fue nombrado director de la Banda Municipal de Madrid, con la que actuó durante la guerra por ciudades y pueblos de Murcia, Valencia, Cataluña y Madrid. Tras la guerra retomó la composición y año tras año fue estrenando Black el Payaso (1943), Don Manolito (1943) La Eterna Canción (1945), Los Burladores (1948)... En los primeros años del cuarenta fue nombrado titular de la Orquesta Filarmónica de Madrid, cargo que desempeñó hasta 1952.

En su obra destaca el dominio de todos los géneros musicales escénicos, inclusive la ópera Pepita Jiménez (1964). Y obras de pequeño formato como el pasodoble flamenco-catalán Cabré o las Variaciones Sol en la Cumbre. También hizo música para las películas Jai Alai (1941) (que incluye el Pasacalle Bigarren Kalez-Kale y el zortziko Maite), Marcelino Pan y vino (1955, con Pablito Calvo) y María matrícula de Bilbao (1960, con Alberto Closas y Arturo Fernández), estas dos últimas en colaboración con su hijo.

El estilo de Sorozábal puede considerarse ecléctico, con influencias que van desde Debussy y Puccini al musical de Hollywood, pero en realidad integra todos estos elementos para configurar uno propio, sin que su vitalidad escénica o su talento musical sean inferiores a los de nadie. En su música queda bien reflejado el españolismo del momento y sitúa perfectamente la obra en el contexto más apropiado. Con su muerte en 1988 se cerró el último capítulo en la historia de la Zarzuela, historia que en su fase terminal tuvo momentos más malos que buenos. La Pamplonesa le hizo un homenaje en el ya desaparecido Cine Carlos III en febrero de 1997 con motivo del centenario de su nacimiento. Veinticinco años después, su figura y su música siguen estando muy vigentes.

Luis Mª San Martín Urabayen

 

HOMENAJE A PABLO SOROZABAL
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