En el s. XIX, Londres era un importante centro musical, y allí iban los principales compositores e intérpretes del momento. Sin embargo, aunque había compositores de gran talento, no presumía de ninguna figura relevante. Fue con la aparición de Edward Elgar (1857-1934), cuando la música inglesa empezó a tener voz propia. Por primera vez desde Henry Purcell, un compositor inglés era aclamado como una figura de talla internacional.
Natural de Broadheath, cerca de Worcester (donde la famosa salsa y la catedral), su primer contacto con la música fue en la tienda de música de su padre y tocando junto a él en la iglesia de Saint Jorge. De formación autodidacta, afirmaba: “Mis maestros han sido las partituras que he leído y la música que he escuchado”. En esa época el patriotismo estaba muy de moda y lo aprovechó con su ciclo de cinco marchas de Pompa y Circunstancia, en las que su sección central era una extensa melodía cantable. La Marcha nº 1 (1901), conocida como Land of Hope and Glory, describe muy bien el adjetivo Nobilissimo, con el que Elgar ha pasado a la posteridad. El caso de Gustav Holst (1874-1934) es similar en cuanto a su formación. Nacido en Inglaterra, su familia provenía de Riga, la actual Letonia, y su bisabuelo había sido arpista y maestro de música en la corte imperial rusa. Gustav debía seguir la tradición familiar de ser maestro de música y fue admitido en el Royal College of Music de Londres, donde entabló amistad con Vaughan Williams. Apasionado de la filosofía hindú, compuso dos Suites para banda militar antes de comenzar su conocida obra Los Planetas (que, por cierto, planeó en España tras una visita y largas conversaciones sobre astrología). La 2ª Suite (1911) es representativa de su estilo compositivo. Benjamin Britten (1913-1976) ha sido el principal compositor británico de su generación. Nacido un 22 de noviembre, Santa Cecilia, fue un talento precoz. A los 14 años ya había compuesto 10 sonatas para piano, 6 cuartetos de cuerda y un oratorio. Terminados sus estudios en el Royal College compuso Soirees musicales (1936), basada en temas de Rossini. Música desenfadada, pero muy elegante.
En los años 30, Sir William Walton (1902-1983) fue la gran esperanza de la música inglesa. Alejado de Holst y Vaughan Williams, sus influencias fueron Prokofiev, Hindemith, Sibelius y el propio Elgar. Su música es vital y enérgica, con un gran sentido del desarrollo melódico. Como su nombre indica, el destino de Crown Imperial -Marcha para una coronación- era la coronación de Eduardo VIII el 12 de mayo de 1937. Sin embargo, su abdicación previa por amor hizo que se utilizara para la coronación de su hermano Jorge VI el día previsto inicialmente. ¿Para qué cambiar?. Ralph Vaughan Williams (1872-1958) inició junto a Holst un movimiento de revalorización de la canción folklórica inglesa. En su caso, era un folklore que miraba al pasado de William Byrd y Thomas Tallis, creando un “sonido inglés” presente en todo su repertorio. El conocimiento de nuestras canciones folklóricas no nos descubrirá algo nuevo, sino algo que estaba escondido entre nosotros. (V. Williams). La Toccata Marziale fue compuesta para la British Empire Exhibition de 1924 y era su segundo acercamiento a la música de banda. Por último, Philipp Sparke (1951-) es uno de los principales compositores para banda en la actualidad. Sus obras son referencia internacional y pronto figurará en los libros de historia de la música que aún están por hacer. The year of the dragon -El año del dragón- nace en 1984 por el encargo en su centenario de la Cory Band, considerada la mejor Brass Band del mundo. Estructurada en tres movimientos, el primero Toccata, es pura energía. El segundo, Interludio, no hay palabras para describirlo por su belleza y el tercero, Finale, es virtuosismo inglés en estado puro. Sparke recoge toda la herencia de sus compatriotas antepasados y la pone en práctica. Sencillamente genial.
Luis Mª San Martín Urabayen