"Mas aquella mañana, mientras tañe su concha frente al mar, y con su canto locamente a los dioses desafía, cae sobre él (si es digno de creerse) el envidioso Tritón, y entre las peñas le hunde sañudo en las hirvientes ondas” (Virgilio, “Eneida”. s. I a.C.)

Desde las primeras culturas prehistóricas, la música ha estado presente en sus ritos. Al principio solo se contaba con los sonidos que el hombre podía producir, pero después manipuló su entorno para crear instrumentos que imitaran mejor los sonidos de la naturaleza, mostrando así su inteligencia. Así ha quedado reflejado en pinturas rupestres (Hechicero con arco musical, Cueva de Trois Freres, 13.500 a.C.) y en restos arqueológicos como la flauta de cuatro agujeros encontrada en Isturitz-Oxocelhaya, con 25.000 años de antigüedad y de la que en 2021 se cumplieron cien años de su hallazgo.

Sobre la razón de ser de la música, en el s. IV San Agustín afirmó en sus Confesiones que “el alma busca en los sonidos igualdad y semejanza”, lo que al erudito navarro Ramón Andrés le sugiere “una concepción de la música como espejo de los actos y del sentir humanos, como un reflejo de estar en la Tierra. Su primer cometido fue como elemento de comunicación, instrumento imitativo de la naturaleza y a la vez generador de un lenguaje que revela la idea de un más allá. Aunque lejano en el tiempo, es un arte joven si por joven entendemos unos cuantos milenios.”.

Desde el s. XVIII, autores como el francés Jean-Jacques Rousseau en su Diccionario de la música (1768) y otros como Amiot o Villoteau, que estudiaron la música china y árabe, se mostraron especialmente atraídos por el estudio de las culturas no occidentales, incluida la música, presente en todas las culturas del mundo por remotas y antiguas que sean. En 1885 el vienés Guido Adler acuñó el término “Musicología Comparada” para compararlas con la versión occidental y en 1950 el holandés Jaap Kunst definió la Etnomusicología como “la rama de la musicología en la que se pone énfasis especial en el estudio de la música en su contexto cultural: la antropología de la música”. Este concepto nos permite hoy entender mejor los procesos musicales presentes en TODAS las culturas.

Por su parte, la Organología es la ciencia que estudia los instrumentos musicales y su clasificación, su historia y todos los instrumentos empleados en las diferentes culturas de cualquier época y lugar. En ellos se encierra una simbología antigua que solo adquiere significado cuando se hacen sonar.

Todo ello está presente en PANGEA El Paisaje Sonoro de nuestro Planeta que presenta La Pamplonesa en su próximo concierto. En él se cuenta cómo hace unos doscientos millones de años en nuestro planeta existía un único y gigantesco continente: Pangea. Éste empezó a separarse y con el tiempo dio lugar a los continentes actuales tal y como los conocemos. El viaje que se propone es la unión mediante la música de las diferentes partes del planeta. Un espectáculo didáctico y ameno que nos acerca a otras culturas, con música original de Abraham Cupeiro y María Ruiz, en el que se encuentran sonidos ancestrales de diversas culturas: la austral Oceanía con los ecos de sus caracolas, las misteriosas montañas chinas que el sonido del Hulusi dibuja con sus melismáticas melodías, las grandes llanuras de Norteamérica y las selvas sudamericanas. Pero también los sonidos de la flauta Peule de Senegal, la Gaita Búlgara, la desafiante Zurna y las milenarias Cornas de pastor. Todos ellos coserán el vestido que unirá una vez más nuestra tierra. Un canto a la diversidad cultural de nuestro planeta.

Luis M.ª San Martín Urabayen