“Hemos seguido nuestras pasiones para enfrentarnos a la realidad” (Martxel Rodríguez, Premio Promoción del Talento Artístico 2021)

La CULTURA ES SEGURA, como se ha demostrado en los más de treinta conciertos que ha realizado La Pamplonesa a lo largo de 2021. La mitad han sido al aire libre en distintos espacios de la ciudad y los pamploneses han accedido a la música en directo que ofrece la banda. Sus conciertos han ido desde el Fortín de San Bartolomé hasta el Parque de Yamaguchi, pasando por el Parque de la Taconera y los barrios de Iturrama, Rochapea, San Jorge y Mendillorri. También se han realizado otros con motivo de fechas importantes para la ciudad como el Privilegio de la Unión en la Plaza del Castillo y en el exterior de diversos centros residenciales (El Vergel, Casa de Misericordia, Hermanitas de los Pobres, Padre Menni) para aliviar la estancia a sus residentes en las fechas en las que se deberían haber celebrado las fiestas de San Fermín. E incluso alguno fuera de Pamplona, como en la cercana localidad de Orcoyen.

En espacios interiores también ha habido seguridad, con actuaciones en la Catedral de Pamplona y en la Prisión Provincial, siempre haciendo las cosas bien y respetando las medidas oportunas. Y también ha tenido actuaciones virtuales, en las que ha facilitado a pequeños y mayores la música sanferminera en forma de karaoke y poder practicar así para las próximas fiestas que se celebren, esperemos que las del próximo año 2022.

Y por supuesto, en el Teatro Gayarre donde gracias a la dirección del teatro y a su personal La Pamplonesa ha mantenido su actividad en cerca de veinte ocasiones, la última de las cuales el próximo domingo 19 de diciembre. En su escenario la banda ha interpretado en sus intervenciones melodías de cine, oberturas vienesas, marchas sinfónicas, zarzuela, danzas del mundo, música original para banda, tributos a Nino Bravo y Queen, el homenaje Batuta de Plata a J. Vicent Egea por sus veinticinco años como director con un monográfico de su música, el cuento teatralizado El secreto del viento azul e incluso un viaje espacial. Y ha contado con colaboraciones como las de los cantantes Serafín Zubiri, Andrea Jiménez o Pablo Líquido, la actriz Belén Otxotorena y directores invitados como José R. Pascual-Vilaplana, Luis Orduña, David Sánchez y Mikel Donázar. Todo ello para abarcar un amplio espectro de géneros y obras que demuestran su enorme versatilidad.

Y la última actuación del año en esta sala no podía ser menos. El concierto especial de Navidad será un Ballet Navideño para el que cuenta con la presencia de bailarines profesionales navarros de talla internacional como Martxel Rodríguez, Jon López, Carmen Larraz y Martín Los Arcos. Una bonita experiencia, ya que desde tiempos remotos la danza ha expresado las más profundas emociones humanas. A través de la historia, cada cultura o civilización celebraba con danzas cada acontecimiento vital. A partir del Renacimiento, la danza adquirió un nivel de complejidad mayor, con pasos y figuras por parejas que requerían un aprendizaje. Después el ballet se configuró con un componente teatral, con un desarrollo y duración propias que hacía que la danza consiguiera expresividad gracias a la acción dramática que intentaba expresar, sin la necesidad de un texto que la acompañara en escena. En definitiva, el ballet o danza clásica se transformó en algo completo en sí mismo, un drama danzado integrado por música, trama y acción. En la actualidad adquiere innumerables matices y técnicas corporales, las que podremos apreciar en este concierto tan especial.

La presentación del concierto es la obertura de la opereta cómica El murciélago, del vienés Johann Strauss -hijo-. Estrenada en Viena el 5 de abril de 1874, supuso el relanzamiento cultural de la ciudad, afectada por una profunda crisis económica que sacudía a toda Austria. También fue la primera obra que dirigió el maestro Egea como director de la banda el 10 de marzo de 1996. Después, se alternarán obras que nacieron para ser bailadas con otras que no tenían ese propósito, pero que ahora se han ganado ese derecho. Como muestra del poder descriptivo de música y danza, la Invitación a la Danza de C. M. von Weber, uno de los precursores del romanticismo musical.

Compuesta en 1819 (cien años antes del nacimiento de La Pamplonesa) para piano a cuatro manos, en 1841 la orquestó Héctor Berlioz y sugiere una historia en la que el caballero -instrumentos graves- invita a bailar a la dama -maderas-. Tras una primera negativa, insiste hasta que logra convencerla y ambos bailan el vals hasta que al final se separan y cada uno sigue su camino. Fue uno de los primeros valses, si no el primero, en su actual formato y que sin duda influyó en los compuestos más adelante por la familia Strauss. El Amor Brujo se estrenó como ballet en un acto en 1921 y ahora cumple su primer centenario. En ese momento su autor, el gaditano Manuel de Falla, describió así el número de la Danza ritual del fuego: “Candelas coloca unos inciensos en un pequeño brasero que está en mitad de la escena. El humo se alza, todas bailan a su alrededor. Un búho irrumpe en la escena de repente haciendo que el aire se arremoline; cuando desaparece, la danza acaba”. Y un último detalle: la obra final es la Danza de las Horas que pertenece a la ópera La Gioconda del italiano Amilcare Ponchielli. Basada en el libreto de Arrigo Boito sobre un drama de Víctor Hugo, la acción transcurre en Venecia en el s. XVII. Su estreno tuvo lugar el 8 de abril de 1876 en la Scala de Milán con el navarro Julián Gayarre como tenor solista, uno de los mejores tenores del mundo y de la historia. El Teatro Gayarre es su casa y estará encantado de verla y escucharla.

Luis Mª San Martín Urabayen