“Conocerte tras una mascarilla, tomar contigo un café y descubrir tu rostro por vez primera. Esa extrañeza de no reconocerte, esa certeza de que somos extraños”. (Itziar Ancín)

222 días después de su última actuación en el escenario del Teatro Gayarre, La Pamplonesa vuelve a él con ánimos renovados. Con 101 años recién cumplidos es un regreso, pero no uno cualquiera; es un “Regreso al futuro” en el que a su versatilidad y calidad ya conocidas, se unirán nuevos proyectos e iniciativas que solo ella puede hacer. Y todo dentro de un entorno seguro, para que todos sigamos disfrutando de su buen hacer en directo.

Estos meses han servido para darnos cuenta de que todo es mucho más frágil de lo que creemos y de que la vida es un continuo fluir de emociones. Y también, de que gastamos demasiado tiempo en idealizar planes que no se llevarán a cabo y muy poco en realizarlos. Y de que lo importante son las personas, siempre las personas, para las que dedicamos menos tiempo del que merecen. Una especie de catarsis de la que hay que aprender.

De todo esto trata este primer concierto de la banda en el Teatro Gayarre tras el largo paréntesis. De cómo la música y la palabra se unen para generar una emoción intensa que se siente a flor de piel en directo. Cinco poetas hablarán a corazón abierto y nos abrirán su alma para contarnos lo vivido durante su confinamiento, a través de los textos nacidos en ese duro tránsito. Siempre acompañados por la música seleccionada para cada momento, que contribuye a generar la emoción necesaria. Un formato al que La Pamplonesa se ha acercado en alguna ocasión, pero que ahora adquiere una dimensión diferente. Y todo en la intimidad del interior de un teatro, donde con las garantías de seguridad necesarias, solo pueden ocurrir cosas buenas.

El recorrido poético-musical transcurre en cinco eslabones de una misma cadena. Se inicia con la sensación de miedo, persecución y desconfianza generado en el confinamiento y en la dificultad de conocer a nuevas personas (Itziar Ancín). Toman el testigo las cárceles y los abrazos, junto con otras inquietudes y la importancia de lo efímero (Isabel Hualde). Después, el amor en los tiempos del Covid y la presencia de sensaciones como la soledad, la esperanza y la espera, así como el valor de la sangre y las secuelas (Pedro Rodríguez). Le llegará el turno a las heridas del alma, a las despedidas y a los cambios necesarios que debemos asumir (Marina Aoiz). Por último, pero no por ello menos importante, al contrario, un rayo de esperanza y de deseo. El bosque como lugar de refugio y la necesidad de reinventarse cada día. Y una nueva esperanza a la que agarrarse y creer (Iosu Moracho).

Un espacio para la reflexión y la creación. Sentir, emocionarse y crecer. CULTURA en mayúsculas.

Luis Mª San Martín Urabayen