UNA MAÑANA EN LA ÓPERA
21/12/2021SPARTACUS
28/01/2022UNA MAÑANA EN LA ÓPERA
21/12/2021SPARTACUS
28/01/2022TXISTU XTREME
DOMINGO 6 DE FEBRERO DE 2022. 12:00h.
La relación entre el txistu y las bandas de música viene de lejos, normalmente asociada a la música popular. Sin embargo, el continuo desarrollo técnico y pedagógico de este instrumento hace que hoy en día sea como un solista al mismo nivel que otros más habituales en las salas de concierto. El mejor exponente del elevado grado de virtuosismo es Garikoitz Mendizabal, quien ha actuado con grandes orquestas en algunos de los mejores auditorios y teatros, a nivel nacional e internacional. Un lujo escucharle otra vez junto a La Pamplonesa, con un nuevo repertorio.
PROGRAMA
NOTAS AL PROGRAMA
Desde hace mucho tiempo, Txistularis y Bandas de Música tienen un importante vínculo artístico de raíz popular. Más allá de amenizar actos o bailables, eran y son el alma de las fiestas. Los txistularis se integraban en ellas con txistus y atabales y en los entreactos de los conciertos ofrecían recitales en solitario. Cinco años después de la primera ocasión en 2017, en este concierto se produce de nuevo la unión entre La Pamplonesa y el txistulari guipuzcoano Garikoitz Mendizabal (Zestoa, 1973-), que consolida esta excelente relación entre ambas y a la vez otorga al txistu el protagonismo y la altura de solista virtuoso que merece.
El repertorio de “Txistu Xtreme” es muy evocador. Las Variaciones de un tiempo pasado, del alavés Eduardo Moreno San Pedro (Laguardia, 1977- ), se inician de manera nostálgica, como un recuerdo triste que se transforma en esperanza. Su melodía de aspecto paseante se transforma a través de distintas variaciones en tempo y ritmo. Basoko Deia (La llamada del bosque) tiene sonoridad profana y medieval, con aire de porrusalda y su característico ritmo 1,2-1,2,3. También asoman los movimientos paralelos del organum, origen de la polifonía medieval que se presenta en sus tres secciones hasta la Coda final. En Bizi Iturria (Fuente de vida) domina el aire de jota navarro-aragonesa, de aroma similar a las composiciones de nuestro maestro Turrillas. Ambas obras son del también alavés José Luis Ruiz de Gordoa (Araia, 1957-).
Entre todas, la obra cumbre (y nunca mejor dicho) es Mont Saint Michel, del compositor zamorano David Rivas Domínguez (Toro, 1980- ). Narra la historia y el carácter majestuoso de esta colosal montaña granítica, declarada en 1979 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y en la que los druidas galos ya realizaban ritos en honor al sol en el s. I a. C. En el año 709 el obispo San Aubert consagró allí una primera iglesia a petición del arcángel Miguel y en el 966 se estableció una comunidad de benedictinos para levantar una majestuosa abadía que durante siglos no dejó de crecer. En 1204, guerreros bretones la incendiaron y el rey Felipe II Augusto la reformó, haciéndola inexpugnable ante los múltiples ataques ingleses. Tras nuevas crisis, la congregación benedictina de San Mauro la reconstruyó en 1622 permaneciendo allí hasta 1791, cuando la Revolución Francesa la convierte en prisión. En el s. XIX artistas como el arquitecto Viollet le Duc y Víctor Hugo pidieron su cierre, que fue decretado en 1863 por Napoleón III. En 1897 se culminó con la estatua dorada del arcángel San Miguel de 4,5 metros y 520 kilos colocada a 170 metros de altura. A Víctor Hugo se le atribuye la frase: “la marea es veloz como un caballo al galope”. Quizá no sea tanto, pero su velocidad de 25-30 km/h y su altura de 14 metros durante 7 km dos veces al día, asustan a los paseantes despistados. Esta maravilla tiene tres millones de visitantes anuales. Para los que hemos estado allí, destaca la abrumadora fortaleza de la construcción, pero también la delicada belleza de su claustro en el que una vez dentro desaparece la sensación de estar en una montaña y se respira mucha paz y tranquilidad.
Con el txistu como solista, el inicio de la obra representa la bruma del amanecer que rodea a la isla hasta que se advierte la veloz subida de la marea. Luego hay ambiente de mercado dentro de la fortaleza, acompañado por una sonora fanfarria. Las aves sobrevuelan el castillo, en un ambiente solemne. Un trovador canta desde la muralla a modo de oración por su origen religioso. El final es heroico y remarca su carácter de fortaleza, pero en ella se integra una melodía que nos recuerda al mar, a sus aguerridos marineros y a los piratas y ejércitos que intentaron conquistarla. El prolongado acorde final nos aleja de ella como un zoom para disfrutar desde la lejanía de su gran belleza y del espacio natural que le rodea.
Luis M.ª San Martín Urabayen
Nace en Zestoa (Gipuzkoa) en noviembre de 1973.
Premio de Honor fin de carrera y Graduado Superior en Txistu por el Conservatorio Superior de Música de San Sebastian.
Es laureado con dos Primeros Premios en el Concurso de Txistularis del País Vasco y en 2002 logra alzarse con el primer premio en el Certamen de Bandas de Txistularis celebrado en Rentería (Guipuzkoa) con la Banda Municipal de Txistularis de Vitoria, de la que fue Director.
Ha actuado como solista con agrupaciones de gran prestigio, la Orquesta Sinfónica de la Comunidad de Madrid, The Bratislava Symphony Orchestra, St Petersburg State Symphony Orchestra, Orquesta del Liceu de Barcelona, Orquesta Sinfónica de Euskadi, Bilbao Orkestra Sinfonikoa, las Chun Cheon Philarmonic Orchestra y Gyonbook Philarmonic Orchestra de Corea del Sur o la Banda Municipal de Madrid destacan entre otras.
También colabora con grupos de Música Folk como Korrontzi, además de compartir escenario con artistas de la talla de Carlos Núñez o Kepa Junkera y en diferentes proyectos musicales.
De su amplia Discografía resaltan varios trabajos:
“Bihurrikeritan” (haciendo travesuras) fue el primer disco en solitario, donde la altísima calidad técnica del artista revela las sorprendentes posibilidades virtuosas del instrumento.
“Sosegua” (Sosiego) es el proyecto más íntimo de Garikoitz, en el que melodías serenas y plácidas muestran la parte sensible del Txistu, en esta ocasión está acompañado por instrumentos clásicos y populares.
En 2012 presenta “TXISTU SYMPHONIC”, una gesta en la que el artista se atreve a ponerse al frente de una Orquesta Sinfónica. La grabación se realiza con la Orquesta Sinfónica de Bratislava y eleva al instrumento a uno de los estatus más importantes de la Música Clásica. El trabajo se estrena en Euskadi en el Palacio Euskalduna y con la Orquesta Sinfónica de Bilbao.
En 2014 debutó en la temporada oficial de conciertos de la Orquesta Sinfónica de Euskadi con “Eresoinka”, de la compositora Isabel Urrutia, una obra original para Txistu y Orquesta Sinfónica.
Garikoitz está totalmente comprometido con el instrumento y su cultura; en la actualidad es Director de la Banda Municipal de Txistularis de Bilbao, puesto que compagina con su carrera como solista. Es miembro de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del Pais.